Hoy vamos a hablar de corrupción. De un sistema que nos considera sus
enemigos. Vamos a hablar de una guerra
invisible que está ocurriendo, que está Usted librando sin darse cuenta.
Hoy vamos a hablar sobre lo que está ocurriendo en muchos
países, sobre lo que está haciendo el sistema.
El sistema me considera a mí, y por ende lo considera a Usted un
enemigo. Creemos que las instituciones
realizan sus funciones para organizar una sociedad, pero resulta que esas
instituciones solo apuntan a beneficiar a un sector de la población, a una
casta, a una clase social, a los ricos, a los que lo tienen todo, los que
además quieren que Usted no tenga nada en el futuro.
El clasismo institucionalizado, ha permitido a lo largo de
los años modificar las leyes a su antojo.
Pero ¿para qué? Pues para quitar
del medio a todos esos jueces que acaban destapando escándalos de
corrupción o temas que pudiesen molestar
a su posición social como su ideología.
En varios países latinoamericanos ha ocurrido. Jueces que hacen su trabajo son inhabilitados
de por vida por investigar a personas con influencia, capaces de hundir
carreras para que la “gran fiesta” del robar, y para que el fondo económico
nunca deje de funcionar para sus intereses y sus rescates bancarios,
para sus tarjetas Gold, para sus negocios inmobiliarios, para su inmensa red de
“tejes y manejes” Realmente estamos
ante la punta del iceberg de lo que hay.
Como si un rescate bancario que hipotecase el futuro de
todos los latinoamericanos sucediera todos los años. Ellos son el Poder, se conocen, se protegen,
quieren dinero, quieren su dinero, quieren el mío, lo quieren para
ellos. Tratan de robarlo, esa es su idea
constante. Para ellos eso es lo único
que importa, el dinero, nuestro dinero.
En mi vida me he enfrentado a diferentes retos. Me he cruzado con personas de muchas
condiciones, muchas de ellas de la más baja calaña. Sé cómo piensan, sé cómo actúan, sé lo que
dicen y sé como lo dicen. Se creen
maravillosos, se creen que tirar para adelante con este sistema de robo al
ciudadano y corrupción es la única manera de hacer las cosas. Ellos conciben al mundo como si fuera un
supermercado y ellos tuvieran tarjetas sin límite de crédito.
No concebimos la maldad, no concebimos la magnitud de la
corrupción, hasta dónde llega su codicia y su inmundicia, hasta dónde llegan
sus redes, hasta dónde llega su influencia.
Infiltran espías en las protestas ciudadanas, en los municipios, e
indultan a amigos y familiares.
Estamos en guerra.
Ellos han empezado una guerra sin cuartel, pero no contra nosotros
solamente, sino contra nuestros hijos y contra nuestros nietos y bisnietos
también. Es una cuestión de supervivencia, de una casta
contra otra. Y claro, observo las caras
de esta tremenda gente reptil , podríamos llamarles así, y me impresionan, y es
que viven en otro mundo, en otra dimensión, en una “discoteca de la alegría”. Son cobardes y son mediocres. Los oigo con los himnos de sus partidos,
fuera el que fuera, y llenándose de palabras de odio entre ellos y contra
cualquier contrincante que expone que otro mundo es posible. Se llenan la boca diciendo que hacen las cosas a favor del pueblo, pero de populares no tienen nada.
Y es que ellos se sienten atacados en su casta, porque
siempre han vivido bien en este sistema que nos acaba excluyendo a la
mayoría. No se basan en la estrategia,
sino que hacen una ferviente oposición de la oposición, osea que dicen “este es
el único sistema que hay, es la única economía que hay y la única manera de
hacer las cosas”. Ellos apoyan
barbaridades económicas que hacen que la gente de a pié se quede en la calle. Viven entre nosotros, como si un
lagarto hubiese entrado en un hormiguero y se comiese las hormigas a
placer. Las hormigas somos nosotros que
seguimos trabajando y nos damos cuenta que tenemos menos número y que hay más
enfermedades y dolor. Pero no nos damos
cuenta que el lagarto está en el
hormiguero. Y hay muchos de esos
lagartos, hay mucha maldad codiciosa de la religión del dinero acampando a sus
anchas por nuestra sociedad, por nuestro trabajo, por nuestros amigos y hasta
en nuestros familiares. Son personas que
han acabado vendiendo su dignidad, porque consideran que votando a cierta
gentuza van a tener dinero en el futuro.
La gente me escribe muchos emails y me dice: ¿Qué hacemos?
Y yo digo ¿Qué no hacemos? Vi el
otro día a un hombre en un puente manifestándose con un cartel, solitario, pero
manifestándose. Y cada uno de nosotros
tenemos un puente para manifestarnos con un cartel, y un voto, un voto para
echarle a esa gentuza. Este es mi
puente, este es mi cartel.
Dejemos tal vez de mirar estupideces en la televisión y
empecemos a pensar por nosotros mismos.
Busquemos información, ya no en los grandes medios de comunicación, sino
allí donde la verdad se encuentre y no nos manipulen. Hasta la próxima. SuperFeRaD
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