Inmersos en la vorágine cotidiana, preocupados por llegar a
fin de mes, muchas veces cansados de luchar contra imposibles en el día a día,
hemos olvidado hacer algo que para nuestros ancestros era cotidiano, a la vez
que revelador. Cansados, luego de un
fatigado día de trabajo, de aguantar el tránsito en las calles y dejar uñas y
dientes para ahorrar dinero en las compras, hemos perdido una costumbre que
quizás nos pudieran dar las explicaciones a muchos males que padecemos y para
los que no encontramos respuestas.
¿Me van a negar que de un tiempo a esta parte no están más
cansados de lo normal? ¿Qué algunos no
han alcanzado alergias, vértigo, extraños zumbidos en los oídos, un sueño
ininterrumpido y casi incontrolable?
Imagino que en este momento muchos estarán asintiendo con la cabeza al
leer estas líneas, y también sintiendo alivio al saber que no son los únicos a
los que les ocurre esto.
Pues tal vez las respuestas a estas dolencias, llamadas virus,
stress, alergias o ansiedad las encontremos mirando al cielo y a esas extrañas
estelas que lo pueblan. Estelas de
condensación de los aviones, las de toda la vida, las que hemos visto desde
pequeños, dicen algunos. Pues no es
así. Son extrañas estelas dejadas por
aviones sin identificar, y cargadas con productos tóxicos con los que nos están
fumigando, dicen otros. Y por supuesto
yo no sé qué creer. Porque si bien es
cierto que el número de aviones comerciales que nos sobrevuelan ha aumentado
muchísimo durante la última década, también es verdad que hay estelas que
dibujan, desde mis pocos conocimientos aeronáuticos, trazadas casi imposibles,
y más para un vuelo comercial cargado de pasajeros.
Pensando en todo esto
no se me pasó por alto una frase:
“Sobramos muchos en este pequeño planeta azul”, así que quizás esa pueda
ser una de las explicaciones a esas extrañas estelas que se dibujan en nuestro
cielo, quizás sea verdad que han encontrado la forma, primero de atontarnos, y posteriormente ir
cayendo uno a uno como moscas en silencio y sin protestar, como el buen rebaño
que somos. Y quizás esté llegando el
momento que mirando el cielo digamos basta, y le hagamos saber a esos cuatro de
siempre, a esa élite que se arroga todos los derechos sobre nosotros y nuestras
vidas, que algunos de nosotros somos ovejas, si, pero negras. De esas que no cesan en su empeño de
encontrar lo que buscan: la verdad.
Comencemos a mirar al cielo y a plantearnos que ocurre con esas
estelas de condensación, esas estelas químicas, esas extrañas líneas que vemos en nuestro cielo de repente. Dude, no se quede con la información que le dan los grandes medios de comunicación al respecto. No acepte manso la información que llega hasta Usted sin analizarla. Hasta la próxima. SuperFeRaD
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