Su libro comienza así: "Sucedió en el año 30, a cinco del cuarto mes, que, cuando yo me encontraba entre los exiliados a orillas del río Kebar, se abrieron los cielos... Y ví cómo un viento huracanado venía del norte, y una gran nube rodeada de rayos resplandecientes y de un fuego continuo, y en medio de éste relampagueaba un metal brillante. En su centro aparecían figuras como de cuatro seres vivientes; se asemejaban a hombres. Y cada uno tenía cuatro caras, y cada uno también cuatro alas. Sus piernas eran rectas, y las plantas de sus pies eran como las de un ternero, y resplandecían como bronce bruñido... Y entre estos seres aparecían como brasas de fuego ardiente, se veían como unas antorchas moviéndose entre ellos de un lado a otro, y el fuego resplandecía, y de él salían relámpagos... Luego ví en el suelo, junto a cada uno de los cuatro seres, una rueda.
El aspecto de las ruedas era semejante al del crisolito, y las cuatro ruedas tenían la misma forma. Podían avanzar en las cuatro direcciones, sin virar al hacerlo. Y vi que tenían llantas, y que sus llantas estaban llenas de ojos todo alrededor en las cuatro ruedas. Y cuando los seres animados se movían, movíanse también las ruedas junto a ellos, y cuando los seres se elevaban sobre la tierra, ascendían al mismo tiempo las ruedas...
Y al andar los seres, percibía yo el rumor de sus alas semejante al rugido de una gran masa de agua o a la voz del Todopoderoso; era como el tumulto de un ejército acampado. Y he aquí que por encima del techo plano que había sobre sus cabezas apareció una piedra como de zafiro con una especie de trono sobre ella; y en esta especie de trono podía verse lo que parecía ser una figura de hombre..."
De este texto de Ezequiel hizo Von Däniken una interpretación bastante realista: Ezequiel vió y describió una astronave con su tripulación.
Por supuesto que, cuando Däniken dijo esto, las burlas arreciaron. Mas adelante apuntaló estas expresiones en Zurück zu den Sternen (Regreso a las estrellas, 1968) y de la mofa se pasó al ataque.
A las embestidas provenientes del sector religioso se juntaron las de no pocos periodistas que seguramente no sospechaban que eran otros quienes manejaban sus plumas.
Con todo, los estudiosos del Antiguo Testamento distan mucho de coincidir unos con otros en la exégesis de los libros que hablan de apariciones con humo, temblores, fuego, truenos, relámpagos, tronos, etc.; sólo están de acuerdo en una cosa: rechazar de plano toda interpretación técnica.
Veamos aquí un análisis efectuado por Däniken: "Me atrevo yo a lanzar el guante dando un paso más y afirmando que dentro de poco la investigación bíblica tradicional nada tendrá que ver con la auténtica interpretación de los sucesos narrados por Ezequiel. El Antiguo Testamento, al igual que otros muchos libros sagrados, da cuenta también de numerosos acontecimientos que en realidad pertenecen al campo de la investigación técnica. Siempre y dondequiera que Dios o los dioses se manifiestan de modo real en un medio ambiente real, vemos que lo hacen con gran despliegue de fuego, humo, temblores, luz y estruendo. "
"En cuanto a mí -continúa diciendo Däniken-, no puedo imaginarme que el gran Dios omnipresente deba utilizar vehículo alguno para moverse. Dios es incomprensible, infinito, eterno, todopoderoso y omnisciente. Dios es espíritu. Y Dios es bueno. ¿Porqué entonces habría de complacerse en aterrorizar a los seres que ama? ¿Porqué asustarlos con esas demostraciones de poder que nos describe el Antiguo Testamento? Y sobre todo: si Dios es omnisciente, bien sabía que las apariciones narradas en los textos serían un día interpretadas por las inocentes criaturas del siglo XX y XXI... ¡con su ciencia! El Dios omnipotente es también infinito. No conoce ni el ayer, ni el hoy, ni el mañana."
"Me parece blasfemo suponer que ese Dios verdadero hubiera de esperar el éxito final de una operación iniciada por El mismo o exponer ésta a malas interpretaciones. Este Dios tenía que saber como iban a ser explicados los textos en épocas lejanas, por ejemplo la nuestra. Y si tenemos a Dios por intangible o inaccesible, no nos es lícito entonces utilizarlo como pantalla o testigo principal en todas nuestras interpretaciones convencionales."
Así pues, concluimos en que el profeta Ezequiel vio y describió una nave espacial. Puesto que su comandante y tripulación hablaban la lengua del profeta -de otro modo este no les habría entendido-, podemos lógicamente deducir que los extraños visitantes habían ya pasado mucho tiempo en observar a los habitantes de aquella región, aprender su idioma y estudiar sus costumbres.
Solo después de una concienzuda preparación se decidieron a entrar en contacto con Ezequiel. Las experiencias y manifestaciones de este tipo fueron repitiéndose, según se desprende de los relatos del Antiguo Testamento, a lo largo de más de veinte años. Ezequiel fué un cronista notable. Le impresionaron entre otras cosas el brillo del metal, el estrépito del vehículo, las extremidades móviles de la cápsula de aterrizaje, la incandescencia del reactor nuclear; la resplandeciente escafandra del comandante le parecía como de "bronce bruñído", y comparaba las aspas de los helicópteros a "seres vivientes"; especialmente le sorprendía observar como las ruedas del aparato "...podían avanzar en las cuatro direcciones, sin virar durante la marcha".
A menudo intentó el profeta encontrar palabras adecuadas para describir el ruido que acompañaba a la "aparición"; al no poder imaginarse un estruendo mayor, recurrió a metáforas como "...el rugir de una gran masa de agua" o "...el tumulto de un ejército acampado".
Si Ezequiel hubiera sufrido alucinaciones, no tenía porqué haberse molestado en buscar palabras e imágenes para describir un ruido que él mismo era incapaz de concebir.
Pero continuemos con el análisis: "... cuando los seres animados se movían, movíanse también las ruedas junto a ellos, y cuando los seres se elevaban sobre la Tierra, tampoco las ruedas se apartaban de su lado. Cuando ellos se paraban, deteníanse ellas también, y cuando ellos se levantaban, se alzaban las ruedas con ellos..."
¿Un "milagro"? ¡ Claro que nó ! Cuando un helicóptero se remonta por los aires, difícilmente se quedan las ruedas en el suelo.
El ingeniero Josef F. Blumrich, jefe del departamento de investigación de proyectos de la NASA en Huntsville, Alabama, titular de numerosas patentes de construcciòn de grandes cohetes y condecorado con la medalla de la NASA al mérito por "Servicios Excepcionales", presentó en su libro Y se abrieron los cielos las pruebas con que, desde el punto de vista de la ingeniería, pretendía demostrar la existencia real de la nave contemplada por el profeta Ezequiel, respaldándolas con los más modernos datos técnicos. En el prólogo a la obra, cuya lectura no puede menos de cautivarnos por su exacto y sobrio análisis textual, confiesa Blumrich que su intención primera había sido la de rebatir las afirmaciones de Däniken en Erinnerungen an die Zukunft (Recuerdos del Futuro), pero que, tras un largo estudio del texto, acabó por aceptar la "derrota", una derrota de la que se vió recompensado con creces, derrota fascinante y alentadora...
Josef F. Blumrich |
La nave de Ezequiel fué real
La quintaesencia de las investigaciones llevadas a cabo por el ingeniero de la NASA, Blumrich, viene a resumirse en las siguientes líneas: "Los datos obtenidos nos muestran un vehículo espacial no sólo absolutamente posible desde el punto de vista técnico, sino también inteligentemente adaptado a sus funciones y misión. Nos sorprende descubrir un nivel de conocimientos técnicos que no es en modo alguno fantástico; más bien, apurando las cosas al máximo, podríamos decir que casi se equipara a nuestras posibilidades actuales o, expresado de otra manera, que solo es un poco superior a nuestra técnica de hoy.
Los mismos datos nos dan a conocer además una nave vinculada a otra que le sirve de nodriza y que permanece en órbita alrededor de la Tierra mientras la primera desciende a nuestro planeta. ¡ Lo único fantástico en todo esto es que semejante nave fuese ya una realidad palpable hace más de 2500 años !"
En un próximo artículo nos adentraremos en los detalles que Blumrich hace de la nave espacial vista por el profeta Ezequiel. Hasta tanto. FT
Josef F. Blumrich (Tirol, entonces en el Imperio Austro-húngaro, 15 de marzo de 1913 - Colorado, 10 de febrero de 2002) fue un ingeniero de la NASA.
Se mudó a los Estados Unidos en 1959 para unirse a la NASA y al programa espacial. Trabajó en el Centro Marshall de vuelos espaciales donde se construyó el cohete Saturn V, transbordador espacial del Skylab. Dirigió dicho centro de construcción de la NASA y se alojó allí hasta retirarse en 1974.
Se convirtió en una figura muy conocida, tras publicar en 1974 el libro "Cuando se abrieron los cielos". En él sostiene una teoría que nace de sus conversaciones con el ufólogo y escritor Erich Von Däniken en la cual señala que, en el Antiguo Testamento, el profeta Ezequiel se encontró con una nave espacial cuya descripción considera verosímil y a los miembros de su tripulación, y no a Dios.
Tienen la otra parte/s
ResponderEliminarDisponible/s? De ser así envíenmelas a franklincharles@outlook.com