Razones históricas, motivos del nuevo enfrentamiento, la postura de la comunidad internacional y las perspectivas de alcanzar un acuerdo
El coche en llamas del jefe militar de Hamás, Ahmed Jabari, assesinado el pasado día 14 |
¿Cuáles son las razones del conflicto?
El conflicto de Gaza se remonta a más de sesenta años atrás, a 1949,
cuando el territorio que ocupa la franja fue establecido, en el acuerdo
de paz firmado tras el conflicto árabe-israelí iniciado un año antes.
Líbano, Siria, Jordania, Irak y Egipto declararon la guerra al recién
creado Estado de Israel. Tras 15 meses de enfrentamiento, más de un
millón de palestinos acabaron como refugiados en Gaza (el 75% de su
población, aproximadamente). La franja estuvo bajo control egipcio entre
1948 y 1967, hasta que Israel la invadió en la Guerra de los seis días ese año.
En 2005, Israel sacó del territorio a tropas y a colonos, dentro del
llamado Plan de desconexión. El Gobierno hebreo anunció la iniciativa
como el final de la ocupación, pero en la práctica controla aún la
mayoría de las fronteras de Gaza (excepto la sur, Rafah, en manos de las
autoridades egipcias), las aguas territoriales y el espacio aéreo.
El 80% de la población de la franja depende de la ayuda internacional
para sobrevivir. El bloqueo israelí -que gestiona la entrada de bienes,
dinero y los suministros de agua y electricidad- ha derivado en lo que
Naciones Unidas describe como «el empobrecimiento y la involución de una
sociedad bien formada y altamente capacitada». Los militantes
palestinos citan precisamente el bloqueo y la ocupación israelí de
Cisjordania y de Jerusalén Este como los motivos para mantener el
lanzamiento de cohetes. La persistencia de los ataques llevó a Israel a
una desproporcionada operación terrestre en la franja, la «Plomo fundido»,
que se saldó con más de 1.400 palestinos muertos -frente a 13
israelíes- y con la destrucción de gran parte del territorio. Pese a
todo, el lanzamiento de misiles contra Israel se reanudó poco después.
Israel considera a Hamás como responsable de todos los ataques
sobre territorio israelí procedentes de la franja, aunque además de la
rama armada de la organización existen muchos otros grupos que están
detrás del lanzamiento de cohetes contra Israel, como Yihad Islámico.
¿Qué ha causado el nuevo enfrentamiento?
El nuevo episodio de violencia en Gaza comenzó el pasado 14 de noviembre, con el asesinato del jefe militar de Hamás, Ahmed Jabari, muerto en un bombardeo israelí
sobre la franja. El Ejército hebreo le consideraba responsable de
«todas las actividades terroristas contra Israel desde Gaza» en la
última década. Ese mismo día, el mando militar israelí anunció el comienzo de la operación «Pilar defensivo»,
con el objetivo de proteger a la población en el sur del país del
lanzamiento de cohetes palestinos y destruir las infraestructuras de
Hamás como medida preventiva.
Aunque fue la muerte de Jabari lo que marcó el inicio de la
ofensiva, el ataque fue precedido por el lanzamiento de cientos de
cohetes desde la frontera por parte de milicias palestinas -entre ellas
el brazo armado de Hamás, las brigadas Ezedín Al Qassam-, que provocó la (al principio moderada) respuesta de Israel.
La cercanía de las elecciones parlamentarias en Israel, el
próximo enero, ha levantado sospechas entre algunos analistas, que
consideran que Tel Aviv podría tener algún interés en poner en marcha la
operación a falta de solo nueve semanas para los comicios. Otros han
apuntado a que el verdadero objetivo de la acción militar es desbaratar
el plan palestino de pedir el reconocimiento de la ONU
como «Estado no miembro» a finales de este mes. El Gobierno israelí ha
negado que tenga interés alguno en iniciar una guerra. De hecho, aún
antes del inicio del a operación, las encuestas daban una amplia ventaja
al Likud, el partido de Netanyahu, de cara a la cita con las urnas.
¿Qué opina la comunidad internacional?
Distintos actores internacionales han presionado para que
las dos partes en conflicto alcancen pronto un alto el fuego, y evitar
así una nueva intervención terrestre de las tropas israelíes, una
posibilidad para la que Tel Aviv ya ha movilizado a miles de
reservistas.
El presidente estadounidense, Barack Obama, aseguró que es «preferible» que Israel no invada la franja. Y ello a pesar de que Estados Unidos reconoce el derecho de Israel a defenderse y achaca el conflicto al lanzamiento de cohetes por las milicias palestinas.
El ministro de Exteriores británico, William Hague,
acusó a Hamás de ser el «principal responsable» del actual
enfrentamiento, pero advirtió de que una invasión terrestre haría perder
a Israel «gran parte del apoyo internacional» con el que ahora cuenta.
La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton,
aseguró que el lazamiento de cohetes es «absolutamente inaceptable y
debe acabar», pero añadió que Israel debía asegurarse de que su
respuesta a los ataques palestinos es «proporcionada».
Otros países de la región han condenado con rotundidad la
intervención israelí, especialmente Egipto, Turquía, Túnez y Qatar. El
presidente egipcio, Mohamed Mursi, afirmó que no dejaría a Gaza «a su suerte»
y condenó lo que calificó de «flagrante agresión contra la humanidad»
por parte de Israel. La Liga Árabe condenó la «agresión» del Gobierno
hebreo y manifestó su «descontento» con la falta de acción del Consejo
de Seguridad de la ONU.
A pesar de todo Mursi se ha convertido en la única bisagra
en la región capaz de concentrar las negociaciones entre Hamás e Israel,
aunque sea sin que se sienten en la misma mesa. De hecho, la mayoría de
las negociaciones llevadas a cabo estos días han tenido El Cairo como
escenario.
¿Es posible encontrar una solución?
Tras dos décadas de negociaciones intermitentes, Israel y
la Autoridad Nacional Palestina han fracasado en su objetivo de lograr
una solución definitiva al conflicto. La última ronda de negociaciones
directas se produjo en el año 2010. Hamás no ha participado en ningún
diálogo con representantes hebreos: la organización islamista niega a Israel el derecho a existir y rechaza abiertamente los Acuerdos de Oslo de 1993, que establecen de manera provisional a la ANP como órgano de gobierno en Cisjordania y en Gaza (pero no en Jerusalén Este).
La victoria de Hamás en las elecciones al Gobierno
palestino del año 2006 causó el rechazo de gran parte de la comunidad
internacional y desencadenó una lucha «fratricida» entre los partidarios
de primer ministro Ismail Haniye (de Hamás) y el presidente de la ANP,
Mahmud Abbas (de Fatah, el partido fundado por Yaser Arafat). Tras meses
de enfrentamientos entre ambos grupos, Abbas decidió destituir a Haniye
y nombrar un nuevo primer ministro. Pero el dirigente de Hamás no aceptó su «despido» y mantiene el «control» de la franja con el apoyo de grupos armados y de gran parte de la población.
El pasado mes de enero, los contactos indirectos entre palestinos e israelíes, que se habían prolongado durante varios meses, finalizaron sin ningún progreso.
La parte palestina insiste en que los asentamientos israelíes en
territorios ocupados deben cesar antes de que pueda tener lugar
cualquier negociación. Sus correspondientes israelíes no quieren ningún
tipo de condición previa para sentarse a discutir una posible salida.
Tras la nueva escalada, delegaciones de Hamás y del Gobierno de
Netanyahu viajaron a El Cairo para negociar un posible acuerdo de paz.
La parte israelí ha puesto como condiciones para detener
los bombardeos que no haya ningún tipo de ataque procedente de Gaza
contra su territorio, incluyendo incidentes en puntos fronterizos, que
se impida el rearme de las milicias de Hamás, y que la tregua sea duradera (habló de un periodo de 15 años).
El líder político de Hamás en el exilio, Jaled Meshaal,
ligó cualquier compromiso con Israel no solo al final de las
«agresiones», sino también a que se levante el bloqueo sobre la franja y
a que se detengan los «asesinatos selectivos» por parte del Ejército.
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