No ve. Escucha, Tiene los auriculares puestos, pero eso también lo podría hacer desde su casa, sentado en un sillón. Elige sentir. Que alguien más se lo cuente, lógico, pero ante todo sentirlo. Ni el mejor relator podrá suplir ese "uuuuuuuuuuhhhhhhhhhh" cuando la pelota se vaya cerquita. Tal vez poco. Tal vez mucho. Tampoco sabrá si realmente el asistente al que lo están insultando hasta en arameo levantó bien o mal la bandera. Seguro mal. O quizás bien, pero qué importa, no la tenía que levantar y listo. Y cuando caiga una catarata de aplausos no sabrá si se trata de un quite, de un caño o de alguno que la corrió hasta el lateral y finalmente no llegó, porque en la radio están dale que dale con los avisos. Y cuando llegue el grito más hermoso, el "goooooooooooooooooollllll
Para todos los que tenemos la suerte de ver y hoy nos sentemos frente a la TV, a miles de kilómetros de distancia, para disfrutar de nuestros ídolos, no olvidemos nunca lo hermoso es que mirar fútbol, pero que mucho mejor que eso es sentirlo.
Hasta la próxima.
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