miércoles, 25 de diciembre de 2013

Encuentran un nuevo objeto metálico datado en millones de años de antiguedad

  En esta oportunidad hablaremos de un OOPARTS, un objeto que se encuentra literalmente fuera de lugar y de tiempo, incluso en ocasiones llegan a un grado de considerarse un descubrimiento imposible.


  Un ejemplo es el publicado en un reciente artículo de "La voz de Rusia" donde han hecho público el hallazgo de una pieza anómala de metal que se encontraba incrustada en un trozo de carbón en la ciudad rusa de Vladivostok.

   El metal inusual al parecer es una aleación de aluminio y magnesio, pero principalmente de aluminio.  El objeto de no más de siete centímetros de largo estaba concretamente compuesto de un 98 por ciento de aluminio y un 2 por ciento de magnesio.

  Según los expertos el aluminio casi puro es muy extraño en la naturaleza, pero no imposible.  Existen algunos ejemplos de aluminio nativo documentados encontrados a travez de procesos naturales.  Los científicos indican que el aluminio es muy resistente al calor y a la corrosión, por lo que no es extraño que pueda sobrevivir en el interior de una veta de carbón.

Objeto de procedencia desconocida

 

   Otra cuestión que interesa a los científicos rusos es si la aleación de aluminio es de origen terrestre.  A partir de ciertos estudios sobre meteoritos se conoce que existe aluminio de origen extraterrestre que posteriormente se descompone en magnesio.  Todo apunta que lo más probable es que el artefacto pueda tratarse de un objeto fabricado, pero... ¿dónde?

  Los científicos también afirmaron estar desconcertados debido a su forma distintiva, al parecer una moderna rueda con dientes, una forma regular con séis idénticos "dientes" creados con algún tipo de tecnología.  Otro de los puntos a tener en cuenta sobre los supuestos "dientes del engranaje" es que son relativamente grandes, pudiendo significar que realmente forman parte de algún mecanismo complicado, como las "piezas" utilizadas en microscopios y otros complejos artefactos mecánicos.

  Entonces ¿cómo puede ser que un mecanismo de metal se encuentre en una veta de carbón de 300 millones de años?, pero lo más importante es ¿quién construyó la supuesta pieza?.
  La teoría más común es que el carbón procedía de una mina cercana.  Según los científicos, las máquinas y las piezas caen de los equipos de minería y la supuesta pieza cayó de las capas de carbón donde el calor y la presión comprimieron el polvo del carbón.

  Pero ésta teoría científica carece de fundamento en muchos casos debido en gran parte a la complejidad de los objetos encontrados.

jueves, 12 de diciembre de 2013

La inteligencia evolutiva

  Entre las adaptaciones que parecen ser útiles está la que llamamos inteligencia.  La inteligencia es la ampliación de una tendencia evolucionista que se manifiesta en los organismos más simples:  la tendencia hacia el control del ambiente.  El adicto y fiel método biológico de control ha sido el material hereditario: información transmitida por ácidos nucleicos de generación en generación, información sobre cómo construir un nido, información sobre el temor a las caídas, a las serpientes, o a la oscuridad;  información sobre cómo volar hacia el Sur durante el invierno.

  Pero la inteligencia necesita información sobre una cualidad adaptable desarrollada durante la vida completa de un solo ser.  Hoy día existe una variedad de organismos en la Tierra que poseen esta cualidad que llamamos inteligencia.  Los delfines la tienen y lo mismo ocurre con los grandes antropoides.  Pero es mucho más evidente en el organismo llamado hombre.

  En el hombre no sólo existe esa información de adaptabilidad adquirida en la vida de un solo individuo, sino que se transmite estratégicamente a través de la cultura, libros y educación.  Es precisamente esto, más que otra cosa, lo que ha elevado al hombre a su actual estado preeminente en el planeta Tierra.

  Somos el producto de cinco mil millones de años de evolución biológica lenta, fortuita, y no hay razón alguna para pensar en que se haya detenido tal proceso evolutivo.  El hombre es un animal en período de transición.  No es el clímax de una creación.
  La Tierra y el Sol existirán muchos más miles de millones de años.  El futuro desarrollo del hombre probablemente dependerá de una disposición cooperadora entre la evolución biológica controlada, manejos genéticos y una íntima asociación entre organismos y máquinas inteligentes.  Pero no creo que haya nadie que pueda emitir pronóstico alguno de ésta evolución futura.  Lo que sí resulta evidente es que no podemos permanecer estáticos.
  Al parecer, en nuestra historia más primitiva, los individuos eran adictos a su inmediato grupo tribal, que posiblemente no sobrepasaría los diez o veinte individuos, todos ellos emparentados por lazos de consaguinidad.  A medida que el tiempo transcurrió, la necesidad de un comportamiento de cooperación --en la caza de grandes animales o rebaños, en la agricultura y en el desarrollo de ciudades-- obligó a los seres humanos a formar grupos cada vez mayores.

  En la actualidad, ejemplo particular de los cinco mil millones de años de historia de la Humanidad, la mayoría de los seres humanos deben fidelidad y obediencia al estado-nación (aunque algunos de los problemas políticos más peligrosos surjan todavía a causa de conflictos trivales relacionados con unidades de población muy pequeñas).

  Muchos líderes visionarios han imaginado una época en que la devoción, obediencia o fidelidad de un ser humano individual no se centre en su particular estado-nación, religión, raza o grupo económico, sino que lo haga sobre toda la Humanidad en su conjunto, es decir que cuando se beneficie a un ser humano de otro sexo, raza, religión, que se encuentra a una distancia de nosotros de quince mil kilómetros, el hecho nos sea tan preciado como si hubiésemos favorecido a nuestro propio hermano o vecino.


  Se tiende a seguir el criterio, pero el avance es sumamente lento.  Aquí es preciso hacerse una pregunta muy seria sobre si se podrá lograr semejante auto-identificación global de la Humanidad antes de que nos destruyamos con las fuerzas tecnológicas que ha desarrollado nuestra inteligencia.
  En un sentido muy real, los seres humanos son máquinas construídas por los ácidos nucleicos para disponer una eficiente repetición de más ácidos nucleicos.  En cierto sentido, nuestras necesidades más acuciantes, las más nobles empresas, y el manifiesto libre albedrío, son una expresión de la información codificada en el material genético:  en cierto sentido, somos depósitos temporales y ambulantes de nuestros ácidos nucleicos.  Esto no niega nuestra humanidad.  No nos impide perseguir el bien, la verdad y lo bello.  Pero sería un gran error ignorar de dónde procedemos en nuestros intentos por determinar a dónde vamos.

  No cabe duda alguna de que nuestro sistema instintivo se ha modificado poco desde los días en que los hombres se reunían para cazar, hace varios centenares de miles de años.  Nuestra sociedad ha cambiado enormemente desde aquellos tiempos, y los más grandes problemas de supervivencia en el mundo contemporáneo pueden entenderse en términos de éste conflicto, entre lo que "sentimos" que debemos hacer obedeciendo a nuestros instintos más primarios, y lo que "sabemos" que debemos hacer obedeciendo finalmente, a nuestra cultura extragenética.

  Si sobrevivimos en estos peligrosos tiempos, resulta evidente que incluso una identificación con toda la Humanidad no es una identificación deseable y fundamental.  Si sentimos profundo respeto por otros seres humanos como iguales receptores de este precioso patrimonio de cinco mil millones de años de evolución,
¿porqué no ha de aplicarse tal identificacióntambién a todos los demás organismos de la Tierra que son, asimismo, el producto del mismo número de años de evolución?.

*  El presente artículo fué extraído del libro "La conexión cósmica" de Carl Sagan.





Un animal de transición

  Hace cinco mil millones de años, cuando apareció el Sol, el Sistema Solar se transformó desde una negrura impenetrable a un cegador chorro de luz.  En las partes interiores del Sistema Solar, los primeros planetas eran grupos irregulares de roca y metal -- los desechos, los constituyentes menores de la nube inicial, el material que no se había alejado tras la ignición del Sol.

  Estos planetas se calentaron al formarse.   Los gases atrapados en su interior fueron exudándose, valga la expresión, para formar atmósferas.  Se derritieron sus superficies y los volcanes fueron cosa común.
  Las primeras atmósferas se componían de los más diversos átomos y eran muy ricas en hidrógeno.  La luz del Sol, al incidir sobre las moléculas de la primitiva temprana atmósfera, las excitó, provocó choques moleculares y produjo moléculas de mayor tamaño.  Bajo las inexorables leyes de la Química y la Física, éstas moléculas actuaron recíprocamente, formaron verdaderos océanos y dieron lugar a la producción de otras moléculas mucho mayores, moléculas bastante más complejas que aquellos átomos iniciales de las cuales se habían formado, pero todavía microscópicas ante toda posible medida o norma humana.

  Estas moléculas, notablemente suficientes, son las que nos forman.  Los bloques de construcción, por así decirlo, de los ácidos nucléicos, que constituyen nuestro material hereditario, y los bloques de cimentación de las proteínas, los obreros que ejecutan el trabajo de la célula, se produjeron de la atmósfera y océano de la primitiva Tierra.  Sabemos esto porque hoy día podemos reproducir dichas moléculas repitiendo las condiciones primitivas.



  Casualmente, hace muchos miles de millones de años, se formó una molécula que poseía una capacidad notable.  Era capaz de producir, de los bloques de construcción moleculares de las aguas circunstantes, una copia de sí misma, un doble de sí misma bastante exacto.  En este sistema molecular hay un conjunto de instrucciones, un código molecular que contiene la secuencia de bloques de edificación de los cuales se construye la molécula mayor.  Cuando, por accidente, se produce un cambio en la secuencia, también se modifica la copia o lo que hemos llamado "doble".  Semejante sistema molecular -capaz de replicación, mutación y repetición de sus mutaciones- puede denominarse "vivo".  Es una colección de moléculas  que puede evolucionar mediante la selección natural.  Las moléculas capaces de replicar con mayor rapidez, o de reproducir bloques de construcción partiendo de cuanto les rodea para alcanzar una mayor variedad, una variedad más útil, se reprodujeron con mayor eficacia que sus competidoras, y con el tiempo dominaron.

  Pero las condiciones cambiaron gradualmente.  El hidrógeno escapó al espacio.  La producción de bloques moleculares de edificación declinó.  Disminuyó el material alimenticio que, antiguamente, existía en gran abundancia.  Se expulsó a la vida del jardín molecular del Edén.  Tan solo fueron capaces de sobrevivir aquellos conjuntos de moléculas capaces de transformar cuanto les rodeaba, capaces de producir máquinas moleculares eficaces para la conversión de moléculas simples en otras complejas aptas para la supervivencia.  Aislándose de cuanto las rodeaba, manteniendo las primitivas condiciones idílicas, aquellas moléculas que se rodeaban de membranas tenían una ventaja.  Surgieron las primeras células.

  Al carecer o al no ser fáciles de obtener los bloques moleculares de edificación, los organismos tuvieron que trabajar duramente para formarlos.  Las plantas fué el resultado.  Las plantas se inician con aire y agua, minerales y luz solar, y producen bloques moleculares de edificación, de muy elevada complejidad.  Los animales, como los seres humanos, son parásitos en las plantas.

  Los cambios de clima y competencia entre lo que era entonces amplia diversidad de organismos dió origen a una mayor especialización, una sofisticación de funciones y una elaboración de forma.  Una rica formación de plantas y animales comenzó a cubrir la Tierra.  Aparte de los primeros océanos en los que surgió la vida, se colonizaron nuevos ambientes, como la tierra y el aire.  Entonces, los organismos ya vivían desde la cima del monte Everest hasta los rincones más profundos de los abismos.  Los organismos viven en soluciones concentradas, ardientes de ácido sulfúrico y en secos valles del Antártico.  Los organismos viven en el agua condensada y retenida en un simple cristal de sal.

  Las formas de vida desarrolladas que armonizaban bien con sus ambientes específicos, se adaptaron admirablemente a las condiciones reinantes.  Pero éstas cambiaron.  Los organismos estaban demasiado especializados.  Murieron.  Otros organismos se adaptaron en peores condiciones, pero estaban mas generalizados.  Las circunstancias cambiaron, el clima varió, pero los organismos fueron capaces de persistir.  Muchas más especies de organismos han muerto durante la historia de la evolución terrestre que los que viven hoy día.  El secreto de la evolución es la vida y la muerte.

  * Este artículo es una transcripción parcial del libro de Carl Sagan "La conexión cósmica".


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Descubren el lugar más frío del mundo

  Vamos a hablar en ésta oportunidad de un sitio en el planeta Tierra que registra la temperatura más fría hasta el momento.  Y es que unos científicos estadounidenses identificaron ese lugar en el que se produce el mayor frío de la historia.

El lugar más frío en la superficie de la Tierra a lo largo de una cordillera en la meseta antártica oriental, donde la temperatura en una clara noche de invierno se desploma por debajo de los 93ºC bajo cero.
Investigadores del Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo de Estados Unidos, utilizando datos recogidos por satélite, registraron en la Antártida una temperatura mínima récord de 93 grados bajo cero. Ocurrió en agosto del 2010 y es la marca más baja de la historia. La marca anterior se había registrado en 1983, en el este de la Antártida: 89,2 bajo cero.



Los investigadores encontraron que una alta cordillera llamada Domo Fuji contiene bolsas de aire atrapado que alcanzaron casi los 93 grados bajo cero el 10 de agosto del 2010. Su frío es tal que podría congelar los ojos, la nariz y los pulmones de un ser humano en cuestión de minutos. Según The Sunday Times, esto se explica porque su temperatura es casi 13 grados por debajo del punto en el que el dióxido de carbono (CO2) se transforma de gas a hielo seco (-78.5° C).
En el lugar conocido como Domo Fuji o Fuji Dome, opera una estación científica japonesa, la de mayor altitud de todas las desplegadas por el continente antártico. Está montada a 3.786 metros sobre el nivel del mar. Como dato comparativo, el punto más caluroso de la Tierra fue registrado – también gracias a un sensor satelital– en el desierto de Lut en el sudeste de Irán, donde se llegó a los 70,7 grados centígrados en 2005.

Investigador descubre indicios de una antigua civilizacion en la Antartida

¿Existió una avanzada civilización hace mucho tiempo en la Antártida cuando este continente estaba libre de hielo? Y de ser así, ¿yacen bajo...